LO QUE NOS HACE SENTIR VIVOS

Por Natalia Franco para Terradosa

Al comienzo está la expectativa sobre cómo se desenvolverá la etapa. Los corredores han empezado a pedalear y la mente de Natalia es bombardeada por preguntas urgentes: ¿Quién va a dar ese primer salto? ¿Van a empezar duro o suave? Si empiezan muy duro, ¿me voy con ellos y me quemo? ¿O mejor me quedo y voy a mi paso? Natalia ha enfrentado esta situación antes –muchas veces, de hecho–, en carreras de ruta y de fondo, pero nunca como parte de una competencia de gravel de tres días. La escena es tan familiar como extraña.  

“Cuando llega el momento en que el lote se rompe y cada uno tiene que seguir su paso es cuando empieza la magia –dice–. Porque ahí empiezas a enfrentarte con tus propios pensamientos, tus propios retos. Está el que se enfoca en sus pensamientos de ‘me duele todo, qué es esta mierda tan dura’ y está el que ve el paisaje, va disfrutando, va hablando con amigos”.

Natalia Franco, ganadora de la serie Cordillera Central de Transcordilleras en octubre de 2021, es de las que intenta disfrutar el paisaje al máximo, pero a veces el dolor y el cansancio la anclan en sus pensamientos. Eso ocurrió el primer día de competencia cuando le fallaron los frenos. Iba frustrada por sentirse frenada y no saber cómo arreglarlo. En un momento de desesperación probó con torcer el disco y funcionaba por ratos, pero luego volvía a frenarse. “Tengo que mantener la calma”, se decía. “Tengo que seguir pedaleando sí o sí”. Ver esos pueblos en lo alto de la montaña la motivó a continuar. Ese día, a pesar del impasse, marcó el tercer mejor tiempo de su carrera y, de paso, comprobó que las bicicletas de gravel son realmente eficientes en ruta y en destapado, pues ese día –al igual que en los dos siguientes– tuvo ambos tipos de terreno.   

Cordillera Central es una carrera que acumula 360 km y 11.285 mt de desnivel positivo. “Obviamente al fin del día a uno le duele hasta el pelo –dice–. Yo rezaba para que llegara la subida, porque en la bajada ya me dolía todo, me temblaban las piernas, los brazos, la espalda, o sea, el dolor era indescriptible”. Aún así, Natalia siguió corriendo, compitiendo, pedaleando su bicicleta. “Siempre he dicho que todos los ciclistas tenemos Alzheimer, porque si nos acordáramos de todo lo que sufrimos en cada montada no volveríamos a hacerlo”. Natalia debe tener un Alzheimer “avanzado”, pienso, pues en 2022 correrá con un equipo de ruta en Europa. Ella es psicóloga deportiva, pero su pasión más profunda –ya lo deben saber– es el ciclismo.

A Natalia –una apasionada de la técnica del ciclismo– le encantan las situaciones límites a las que la enfrenta el gravel: bajadas de rocas grandes, curvas cerradas, carreteras desoladas. En Transcordilleras enfrentó bajadas tan extremas que con sus compañeros decían que “estaban saludando a la muerte”. “Pero eso es lo que nos hace sentir vivos”. Eso, precisamente eso, la adrenalina, la velocidad, el riesgo. Natalia no respira ciclismo a pesar de que es duro y extremo, sino gracias a eso.

Tanto pedalear y resistir y esforzarse tiene sus recompensas. Y no hablo de premios y reconocimientos –que los hay y son bienvenidos–, sino de encuentros con la naturaleza. “En Transcordilleras me mordió un perro –risas–. ¡La naturaleza es exótica!”. Ocurrió llegando a San Félix, el lugar en donde durmieron el primer día de competencia. Aunque dice reconocer a cuáles perros les debe correr y a cuáles no, con este se confió. “Cuando sentí fue que ‘tan’ me cogió el tobillo y yo arranqué en pique porque me asusté horrible”. También la persiguieron un caballo y un toro. Y se asustó de nuevo, pero esta vez salió intacta. Otra de las recompensas de la bicicleta son los paisajes y los pueblos que conoce “Si no hubiera sido por las carreras de Transcordilleras, nunca me hubiera enterado de esos pueblos”. Natalia no olvida la felicidad que sintió al ver las palmeras y las loras del valle de La Samaria, en su opinión, el highlight de la competencia. “Yo me lleno de energía con esa felicidad de estar haciendo algo que amo y tener estas vistas que son como la gasolina más grande, porque te motiva a seguir conociendo más”.

A pesar de que los paisajes son su gasolina, pocas veces se detiene a observarlos mientras va compitiendo. Tampoco le saca fotos ni videos. Lo evita porque no es lo mismo ver con tus propios ojos que registrar con una cámara, y porque sus ganas de ganar le impiden detenerse. “Yo siempre he sido bastante competitiva –dice–. Me encanta demostrar de lo que estoy hecha. Yo no veo con quién estoy compitiendo. No me importa si son hombres o mujeres. A mí lo que me gusta es extender mis límites cada vez que lo puedo hacer”. El primer día de competencia, en una etapa que iba de Honda-Tolima a San Félix-Caldas, llegó de cuarta, contando hombres y mujeres. De hecho, fue la primera mujer en llegar y le sacó (tiempo) a la segunda. 

Natalia –acostumbrada a practicar ruta y algo de montañismo– le sorprendió la versatilidad, la comodidad y lo liviana que era su bicicleta de gravel. En Transcordilleras montó una de marco OPEN WI.DE y componentes ENVE que Terradosa, uno de los patrocinadores de la competencia, le  ayudó a configurar. Para ella fue determinante contar con una bicicleta confiable que además pesara apenas 8 kg –casi lo mismo que su bicicleta de ruta– y tuviera poca fricción en la grava, a pesar de llevar llantas de 47 mm. “Yo creo que lo que más me gustó de esta bici es que yo me sentía en una bici de ruta siendo una bici de gravel –dice–, por eso digo que tenía lo mejor de dos mundos”: la posición de la ruta y la adrenalina de la montaña.

Ruta Pasión de grava
Ruta Araucaria Milenaria
Terradosa Demo Bike
Costumer Project a Piece of Art
Costumer Project Tokeco's WI.DE
Costumer Project Daniel's - Min.D.
Extraordinary Frameset for Trasncordilleras
Anyways, Always Explore!
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La bicicleta de los campeones